Rescatando la biodiversidad con conocimientos tradicionales e innovaciones sostenibles

  • Un proyecto de IKI ha conectado a 13 mujeres en América Latina que están asumiendo roles de liderazgo en Adaptación basada en Ecosistemas (AbE); una de ellas es María Cristina Par Tuluxan, quien lidera cambios en una comunidad quiché en Guatemala.

Los efectos negativos del cambio climático y la pérdida de biodiversidad siguen afectando desproporcionadamente a las mujeres. Sin embargo, en medio de esta crisis, hay historias de mujeres que están trabajando para conservar la biodiversidad y abogar por un futuro resiliente y sostenible.

El proyecto de IKI “Escalando medidas de adaptación basada en ecosistemas (AbE) en las zonas rurales de América Latina” tiene como objetivo incorporar medidas de AbE innovadoras y con perspectiva de género a una mayor escala. Un factor clave para el éxito del escalamiento es compartir conocimientos para permitir que las personas aumenten su resiliencia a los impactos del cambio climático, al tiempo que protegen los ecosistemas de los que dependen.

El proyecto ha conectado a 13 mujeres en América Latina, desde México hasta Bolivia, quienes están asumiendo roles de liderazgo en AbE en sus comunidades locales, una de ellas es María Cristina, líder de Quiché, Guatemala.

Santa Cruz de Quiché, como parte del llamado Corredor Seco Centroamericano, experimenta períodos prolongados de sequía que reducen la producción agrícola, especialmente de cultivos básicos como el maíz y el frijol, esenciales para la dieta local. El impacto del cambio climático y la pérdida de biodiversidad están agravando la situación, provocando la desaparición de plantas medicinales y diversas fuentes de alimentos en la comunidad. Estas situaciones afectan especialmente a las mujeres quichés por sus responsabilidades en la agricultura de subsistencia, la seguridad alimentaria y el cuidado de la familia.

María Cristina es una agricultora maya quiché del municipio de Santa Cruz de Quiché, Guatemala. Tiene 39 años y cuatro hijos. Su pasión por aprender la llevó a buscar capacitación en prácticas agrícolas sostenibles, combinar estos conocimientos con lo heredado de sus antepasados ​​y eventualmente convertirse en promotora en su comunidad. Ha realizado este trabajo con organizaciones como el Centro de Aprendizaje de Desarrollo Rural, la Comisión Municipal de Seguridad Alimentaria y Nutricional y la Oficina Municipal de la Mujer. Ante el aumento de los precios de los alimentos básicos, provocado por las frecuentes sequías de los últimos 10 años, María Cristina se propuso superar los retos económicos y lo hizo desde un lugar especial: el cuidado de la tierra y la mejora de la producción.

Con el apoyo del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación, aprendió sobre la importancia de aprovechar los recursos disponibles y adaptar sus métodos de producción. Esto la llevó a revalorizar el Ütz Ab’ix (la buena milpa), un sistema ancestral que comparte características de la agroforestería y aprovecha la biodiversidad local, y combinarlo con innovaciones tecnológicas sostenibles. Al ver mejoras en la conservación del suelo y de las especies nativas, decidió dedicarse a compartir sus conocimientos.

Desde 2012, María Cristina ha dirigido capacitaciones para 60 mujeres dedicadas a enfrentar los desafíos del cambio climático mediante la mejora de sus prácticas agrícolas. Las mujeres aprendieron sobre estrategias de adaptación y protección ambiental, como la preparación de fertilizantes orgánicos, el compostaje de residuos de cultivos y la selección de las mejores semillas para ciclos de cultivo más resilientes. María Cristina también realizó restauración ecológica con brotes de saúco en campos de maíz e instaló sistemas de riego por goteo hechos a mano utilizando botellas de plástico recicladas. A través de la implementación de cortavientos y canales de riego, pudo gestionar el uso del agua, proteger los cultivos, reducir la erosión y promover el crecimiento de los cultivos.

En los últimos años, María Cristina enseñó a las mujeres de la comunidad a implementar prácticas agrícolas sostenibles, publicitar sus productos orgánicos en mercados cercanos y tener acceso a alimentos y plantas medicinales durante todo el año. Las iniciativas de diversificación de cultivos y comercialización implementadas han mejorado el desarrollo económico local. Los niveles de producción de cultivos orgánicos han mejorado mediante la combinación de técnicas agrícolas sostenibles con conocimientos ancestrales.

 "Como promotora, aliento a otras mujeres guatemaltecas y de América Latina a perseverar y a involucrarse en la recuperación de la biodiversidad y la lucha ante el cambio climático: Yo les digo que sí se puede, aunque haya barreras y distintos climas. A pesar de los desafíos, hay un futuro si se trabaja con esfuerzo y determinación", dijo María Cristina Par Tuluxan.


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